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GUAJOLOTES

Viernes 1 de septiembre de 2017
Hay muchas versiones sobre el origen del Guajolote, la más documentada es la que habla de unos ingenieros que vinieron a instalar la electricidad a nuestra ciudad.

Era 24 de Diciembre y ellos estaban lejos de sus casas, se acercaron a un puesto de los portales. La dueña ya no tenía casi nada que darles, así que les ofreció hacerles algo diferente con lo poco que tenía, como deferencia por ser Nochebuena. Dijeron que era su Pavo o su guajolote de Navidad. Una jovencita que trabajaba en el portal pondría años después, el primer expendio de guajolotes formal en Tulancingo, allá en la vieja calle de los Angelitos.


La electricidad se introdujo a Tulancingo en el año de 1900, con el alumbrado público de La Floresta, con ese dato podríamos decir que el Guajolote nació hace casi 110 años, aunque comenzó a conocerse hasta hace unas 6 décadas. El guajolote no tiene cabida en los libros de gastronomía, nació humilde, su grandeza se fue demostrando poco a poco con el paso de los años, como todo lo que tiene su comienzo en el pueblo.


Actualmente el único dilema que tenemos los Tulanciguenses es en qué lugar vamos a cenar guajolotes y cuál es el relleno que vamos a pedir, los clásicos son de huevo o de pollo, los hay también sofisticados como de arrachera o suadero. Los hay verdes, rojos, de mole, con diferente sazón en cada puerta. Lo consumimos por igual desde La Guadalupe hasta Jardines del Sur, desde Napateco hasta Medías Tierras, y como dice Gerardo Izurieta, los tulancinguenses comemos uno o dos por semana. El que no ha comido uno no es tulancinguense. El guajolote es un animal nocturno, sabe mejor de noche.